ORACIONES ESCUCHADAS VÍA EXPRESS

Este es sólo un aparte de libro: COSAS DE ANDAR Y VER. En el último párrafo se menciona a Oswaldo Acosta. Una de tantas menciones. Esta es la continuación de un tema, de manera que no se extrañen si no encuentran la ilación del tema:



Las personas desconocidas llegaron a ser sus mejores amigos; cada día salía y charlaba con ellos en todas partes. Tenía desconocidos en todas partes y de todas las edades, razas, condiciones, sexo y credos; hablaban de todos los temas menos de política: En verdad la tenían clara con respecto a ese extraño ser y sentían que no valía la pena perder tan buena amistad por lo que preferían mil veces tragarse la cháchara política antes de atentar contra particular y desconocida amistad. De seguro este sería uno de los motivos de por qué los verdaderos amigos de Carlos Eduardo eran tan alegres y optimistas: nunca se habían colado en Transmilenio y siempre eran los primeros en ceder allí sus puestos; cosa ésta que les producía una alegría aún mayor que cuando perdían un juego de ajedrez. En cambio pareciera que algunos de sus antiguos amigos se hubiesen momificado o petrificado: andaban mirando el suelo haciéndose que estaban hablando por celular con tal de no saludar al mayor número de personas posibles que se encontraban en el camino; nunca cedían sus puestos en Transmilenio; y todos, absolutamente todos guardaban una extraña amargura y odio contra el señor que había sacado a media Colombia de las fantasías.

Carlos Eduardo tenía sueños raros y  le sucedían cosas realmente particulares las cuales se irán desvelando poco a poco. Por ejemplo; un día una nueva miembro de la sociedad de amargados pescó en  su propio lecho nupcial a su castísimo marido jugando quien sabe a qué con una incomprendida vecina que se le veía siempre feliz.  

Observamos que nunca se sabía en qué bando jugaba el tal marido; unas veces estaba de acuerdo con los que nunca había estado de acuerdo; otras no estaba de acuerdo con los que siempre había estado de acuerdo. Se notaba entonces que este señor había fingido y mentido tanto  que la sonrisa auténtica había desaparecido por completo de su rostro para dar lugar a una de esas siniestras expresiones  propias de los maniquíes o de las marionetas. Pues resulta que el tal marido le sale con el siguiente cuento a su mujer:

—Yo no soy yo —le dice a su mujer como si nada hubiese pasado.
— ¿Entonces quién eres? —le pregunta mientras en el rostro se veía la transformación.
—Él es yo. —O sea que él no era él; que él era yo;  y que yo me había disfrazado de él.

Es que resulta que desde hacía mucho tiempo a Carlos Eduardo algunos lo querían crucificar gratis, sin haber hecho algo que justificase la pena de muerte; y esta intención fue confirmada en uno de sus sueños: un día soñó que cuando tenía treinta y tres años lo iban entonces a crucificar. Con un susto y desesperos nunca antes sentidos vio que su cruz estaba tendida en el piso aguardando sonrientemente a que le terminaran de desnudar para desplazarlo hacía ella; pues resulta que de un momento a otro saca una ametralladora no se sabe de dónde y comienza a disparar una lluvia de balas interminable contra todos ellos matando  a cientos de ellos al mejor estilo de Arnold Schwarzenegger.

—Conmigo no se metan desgraciados —les decía mientras aterrados y espantados trataban inútilmente de huir de las ráfagas que caían acertadamente sobre ellos sin que una sola bala se desperdiciase, y dejando hasta aquél momento como setecientas personas muertas y ninguna herida—; ¿qué se creen ustedes, grandísimos desgraciados, qué pueden cogerlo a uno y ensañarse cuánto quieran y cómo se les dé la gana para su sonrisa  satisfacción infligiendo el mayor sufrimiento posible? Pues no, ¡mamola!, mil veces desgraciados, conmigo se  jodieron porque soy yo quién los va a crucificar.

Un día, después de ver una comedia por televisión que se llamaba “La Locha” sintió que algo raro le había penetrado; era como un intruso que no es bienvenido, pero que tampoco se quiere espantar; algo parecido a los que sufren del Síndrome de Estocolmo cuando patean la mano que los alimenta y lamen las botas que los patea;  lo que se quiere decir es que la madre pereza estaba pidiendo una de las tantas pistas disponibles por ese entonces; sintió súbitamente unas ganas inmensas de no hacer absolutamente nada.

—No es normal que ésto me este sucediendo —se dijo perplejo, asustado y aterrado.

Hacía tiempo que veía como algunos de su alrededor descansaban plácidamente hasta altas horas de la mañana todos los días, a excepción de los fines de semana que lo hacían hasta las tres de la tarde: duermen que duermen; y así como la puerta gira en sus goznes, así ellos giraban en la cama.

—Fue entonces hasta la cocina en buscas de algo que le animara y lo único que encontró fueron dos tazas de buen caldo que no quería beber; de manera que para solucionar el asunto se bebió las dos tazas. Justo al rato sintió también que tenía pereza de correr sus cinco kilómetros, de manera que salió al parque y corrió seis kilómetros. Luego, cuando llegó a la casa notó también que tenía pereza de leer sus cotidianas veinte o treinta páginas del libro actual, por lo que esta vez sí que se la tomó en serio y  se leyó ciento tres páginas de letra e interlineado reducidos. Por último, sintió que los planes que tenía proyectados para el éxito de su negocio no iban a dar resultado —se sintió ridículo e inútil—, que todo iba a ser una pérdida de tiempo y de dinero; y que, por tanto, era mejor resignar: se dirigió entonces a una capilla no tan lejana donde se encontraba  expuesto  el Santísimo Sacramento del Corazón de Jesús para comentarle el caso hasta ciertas horas de la noche.  

El Santísimo Sacramento de Jesús le había sacado de muchos apuros; y no sólo a él; también a muchos tantos que ni se imaginarán. Las peticiones de Carlos Eduardo eran realmente particulares por no decir que extrañas.  El también quería pedir por aquellos que a nadie se le ocurriría, por aquellos que todos pensaban que no estaban olvidados, pero que en verdad si lo estaban.

—Te quiero pedir mi Jesús por la salud de Michael Schumacher y de su familia,  porque es mucho lo que deben estar padeciendo después del accidente. Sé, mi Dios —se decía y le decía con auténtico convencimiento mientras le contemplaba con una sonrisa— que con la aflicción también vienen los consuelos; y que tú eres capaz de hacer que a él el infortunio no sólo no lo prive de una mayor felicidad; sino que ahora sus nuevas victorias brillen más que antes o más que nunca.

—Está bien Jesús, no voy quitar la maleza que le ha salido a la planta —continuaba hablándole y mirándole—; dejaré que crezca un poco más y luego sí que la peluquearemos.  De manera, que te pido que le concedas a mi Empresa cinco años más de gracias mientras se afirma.

Esta petición se renovaba automáticamente cada cinco años por solicitud de Carlos Eduardo en el  mismo sitio y a la misma hora. De igual manera le pedía por todas las Empresas que recién se habían creado:

— ¿No crees mi Dios que debe ser muy triste que alguien ponga un negocio nuevo y al cabo de poco ve como su tiempo, ilusiones e inversiones se esfuman? —Mientras le hablaba, le  recordaba subrepticiamente que en la misa dominical de la semana pasada el cura había concedido indulgencia plenaria a los asistentes de la ceremonia en mención.

Al poco tiempo veía como los negocios habían tomado nuevo vigor, y como la maleza iba desapareciendo solita de su Empresa. Su cuñado Oswaldo Acosta parecía también resurgir de las cenizas, sobre todo después de aquel día cuando Carlos Eduardo le solicito a Dios le dispensara una protección especial que estuviera siempre a su lado, sobre todo cuando se sintiera y encontrara sólo en su escritorio. Dicha petición fue ejecutada en el acto junto con otras de igual o mayor premura que desvelaremos más adelante, porque se trataba nada más ni nada menos que la que se hizo en nombre de Luz Piedad Llano Jaimes; tema que amerita un tratamiento aparte y especial.    

—No le voy a enviar ningún delegado Carlos Eduardo, yo mismo me encargaré personalmente del caso. —Le contesto Dios. 

Comentarios

Posicionamiento web Chile ha dicho que…
La información que ofreces es muy interesante, me encantaría seguir leyéndote. Mucha suerte!

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