Copa derramada
Mujer, te pido perdón por no haber escuchado los latidos de tu corazón; cada día recogeré para tí las flores más lindas para comenzar a compensar el enojo que me vino por el bien que tenía y no sabía. Tú serás todas las mujeres que no he tenido en mi vida, y trasformado por la amada en un instante, y en una vida donde ninguna aparecía. Viniste desde tierras lejanas, y por tí recuperé mi ligereza de ánimo, mi alegría espontánea, y la fascinación y el encanto del don de la vida. En la ausencia te siento presente, y más fuerte, hermosa y alegre que el fuego que arde en mi corazón. Y no son tus palabras las que escucho, sino que mi corazón salta alegre al ritmo de tus giros y tus contornos, y al son de una copa que se entrega y se derrama ante su hombre, o como girasol que se abre a su sol.