Buena voluntad = mayor productividad con menos esfuerzo.

He notado que la mayoría  de los proyectos no son tan difíciles de trabajar, sino que se hacen difíciles  porque, precisamente, no se hacen o no los comenzamos. Resulta que para tratar de incrementar mis ventas  me puse en la faena  de averiguar  datos particulares de doscientos edificios cada mes en Bogotá; esta labor tiene que realizarse en la calle,  puerta a puerta.  Doscientos edificios mensuales me parecían muchos; pero pensé: “cada uno tarda menos de un minuto, o sea que diez edificios hacen  diez minutos” Si  hago diez cada día de lunes a viernes,  entonces tendré cincuenta en una semana; y  doscientos en un mes. 

Por  ser pocos me podía concentrar en la lista diaria:  trabajarla mejor y en menos tiempo. Me quedaba espacio de sobra para otras cosas. También me percaté que es mejor ponerse metas cortas para que sean constantes y ejecutables. De seguro que si me hubiera propuesto  recorrer veinte edificios diarios,  hubiera resignado fácilmente a  continuar so cualquier pretexto.

Es increíble como la Providencia  actúa en favor de los que tienen buena voluntad. Algunos de los administradores que me contactaron administraban  más de un edificio; por lo que las diez visitas diarias se multiplicaron como por arte de magia.

Es normal que a veces estemos apáticos o incrédulos ante un posible proyecto. Lo que hay que hacer es dar el primer paso sin proponerse grandes metas y esfuerzos, con la marcha se irá despejando el panorama, y todo resultará mejor de lo pensado. “La vida no se trata de hacer cosas extraordinarias, sino de hacer extraordinario lo ordinario”.

Ahora estoy entendiendo el milagro de la multiplicación de los panes: “Bienaventurados los hombres de buena voluntad”

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