La otra cara de la medalla


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Esta mañana me levanté con el animo bajo: uno de esos días en que pareciera que la rutina te envuelve y que todo todo esfuerzo fuera ridículo e inútil. Es decir, la mente está bloqueada y sacudida por una cantidad de pensamientos confusos y desalentadores. Lejos de querer sentirme complaciente con el abatimiento, recordé una frase alentadora: "cuando el agua esté turbia, dejadla reposar y ella sola adquirirá transparencia. Luego, acompañado de un tinto pensé: "no puedo evitar que estos pájaros revoloteen sobre mi cabeza, pero si puedo evitar que aniden en ella". ¿Cómo logré contener aquella escaramuza? Leí esto en la Biblia: " cobarde es, en efecto, la maldad y ella así misma se condena; acosada por la conciencia imagina siempre lo peor; pues no es otra cosa el miedo sino el abandono del apoyo que presta la reflexión; y cuanto menos se cuenta con los recursos interiores, tanto mayor parece la desconocida causa que produce el tormento." (Sabiduría 17, 11). Pues al cabo de unos minutos sentí como la turbulencia se calmaba: entonces, disfruté aquella corta lectura, y agradecido me levanté, me bané, desayuné y asistí. No se imaginan todas las cosas buenas que me pasaron. Me he dado cuenta que cuando algo bueno esta por suceder, los agentes del mal y la mentira tratan de sabotearlo infligiéndonos incredulidad y pesimismo. Pues precisamente ésta es la confirmación de las cosas buenas que van a suceder en tu vida, ya que tu eres la cualidad contraria al desprecio de los incrédulos y mentirosos.

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