Los mineros de Chile

Cuando España ganó el campeonato mundial de fútbol se produjo una gran felicidad en los hinchas y en los jugadores. Al contrario, la selección de Holanda se veía completamente frustada y derrotada. Sí esta hubiera competido por ser la mejor segunda selección entonces todos hubiesen estado muy felices. La selección de Uruguay y sus hinchas se veían más contentos que estas dos selecciones pese a que ocupó el cuarto puesto. Pocos Uruguayos llegaron a imaginarse que su equipo llegase a ocupar tan buena posición ya que no estaba entre las favoritas si se tiene en cuenta que clasificó por repechaje. Me causa entonces curiosidad la actitud de unos y otros. La selección de Holanda siendo más ganadora que la selección de Uruguay se sentía perdedora, y la selección de Uruguay siendo más perdedora que la de Holanda se sentía ganadora; Forlan, el jugador Uruguayo declarado el mejor jugador del mundial, no se la creía y ardía de felicidad. ¿Quién dijo que ser segundo era perder?, quien se sienta frustado al quedar segundo es una persona tonta y desagradecida; cuantos no darían por ser segundos. En Brasil hubo gente que se suicidó cuando Brasil perdió la final en el estadio Maracaná contra Uruguay: definitivamente "una persona desagradecida es una persona agresiva". Vemos que la botella está medio vacía y no medio llena.

Pero esta felicidad tiene un límite: dicen que Tiger Woods posee más de mil millones de dólares; en cada campeonato que gana obtiene como mínimo un millón de dólares, sin embargo él no es un millón de dólares más feliz; incluso un buen tiro le produce más felicidad que ganarse todo ese dinero. Por mas que intentare ser más feliz con ese millón adicional no podría conseguirlo. La felicidad es un estado del alma y no depende tanto de un evento externo sino de una sensación interna.

Sin embargo estos días escuché un caso de felicidad extrema sin límites: en Chile, todos los treinta y tres mineros desaparecidos y dados por muertos estaban vivos y en buen estado a 700 metros bajo tierra. La felicidad no sólo de los familiares, sino del presidente, sus compañeros, y de todo el mundo no tenía límites.. Sí, no tenía limites; una felicidad en contínuo y desenfrenado crecimiento. La felicidad que produce un milagro no tiene término. Los milagros están en todas partes y son dados por Dios a las personas de buena voluntad. Abramos los ojos y no seamos tan tontos, agradece todo lo que tienes y lo que no tienes. No tienes el campeonato mundial pero si el subcampeonato o el cuarto puesto, no tienes un millón de dólares pero si una mente, unos ojos, unas manos, un espacio para que lo tomes y te desenvuelvas; todo esto entre muchísimas otras cosas.

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