Copa derramada

Mujer,
te pido perdón por no haber escuchado los latidos de tu corazón;
cada día recogeré para tí las flores más lindas
para comenzar a compensar el enojo que me vino
por el bien que tenía y no sabía.

Tú serás todas las mujeres que no he tenido en mi vida,
y trasformado por la amada en un instante,
y en una vida donde ninguna aparecía.

Viniste desde tierras lejanas,
y por tí recuperé mi ligereza de ánimo,
mi alegría espontánea,
y la fascinación y el encanto del don de la vida.

En la ausencia te siento presente,
y más fuerte, hermosa y alegre
que el fuego que arde en mi corazón.

Y no son tus palabras las que escucho,
sino que mi corazón salta alegre
al ritmo de tus giros y tus contornos,
y al son de  una copa 
que se entrega y se derrama ante su hombre,
o como girasol que se abre a su sol.

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